11 enero, 2007

el amor la muerte las palabras







Para Isabel Coixet



También hay amor en lo que no se puede decir. lo que no se puede decir canta y sube por las paredes y un día se transforma en la humedad del cuarto. el cuarto tiene ventana y lo que no se puede decir respira, allá , en su gran globo terráqueo de frases a medias. cuando esa imposibilidad quiere hablar nuestro cuerpo adquiere llaves maestras que abren lágrimas raras: lágrimas del pié, de nuestra forma de sentarnos, lágrimas de nuestra manera de contestar al teléfono, de nuestra vesícula, lágrimas de sístole y de corte de pelo nuevo. Isabel Coixet cuenta que todos perseguimos algo que no se puede decir. Y que esa tristeza, ese desasosiego a veces, es parte consustancial de la belleza. la belleza que se aleja de la alegría para acercarse al miedo y a la "tristumbre". ¿una película es lo que no se puede decir? ¿cuántos ángeles caben en lo que no se puede decir? piezas del puzzle de un infinito abrazo, lo que no se puede decir es personal e intransferible, y tan pronto es dicho por otro se transforma en un vaso frío, en montañas de hojas en una calle cualquiera, en una foto de la infancia, en una noticia de un periódico de un país que no conocemos. Tal vez de esa imposibilidad para decir surge todo lo que se dice. y es por ella, tan fría, tan absurda, tan limitada, que existen el amor la muerte las palabras bellas, imprescindibles, que nos cuenta Isabel Coixet.

Gracias, Isabel, por hacer la película "la vida secreta de las palabras"


la palabra "tristumbre" es un milagro de Juan Gelman
Buenos Aires, 10 de enero de 2007

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cuántos milagros caben en tus palabras? ¿Habrá palabras para decir el milagro de tus versos? Todo vuelve a lo mismo, el ciego Homero cantando el drama humano, lo no dicho es el piano en su hora celeste, la metáfora que cuelga junto a la ropa la vieja que confunde a la máquina de escribir, con un artesanal silencio.

hermoso tu texto

besos
Pedro
Pedropatzer.blogspot.com

Eritia dijo...

Querida Sonia, volveré y comentaré este texto tuyo especial y bello como siempre, pero hoy, hoy sólo quiero saludarte y contarte que estoy pasando unos dias divinos en Buenos Aires.
¿Regresaste?.

Besos porteños

Anónimo dijo...

Excelente reflexión, Sonia.
Uno va al terapeuta y paga por oirse hablar a sí mismo. Otro escribe un poema porque no es capaz de decir lo que quiere y ni siquiera lo consigue escribiendo un poema.
Buscamos siempre (creo) dejarnos hablar, decir palabras y nunca encentramos lo que buscamos.
Es esta loca persecución está la vida, no tengo ni la menor duda.
Un abrazo.

(Sentí la noticia que ayer decía que había ardido una parte, muy pequeña afortunadamente, de la Caldera del Taburiente. Ojalá no vuelva a pasar nunca. Aquí, en Galicia, estamos ya "quemados" con esa plaga)

Sonia Betancort dijo...

mi querida Eritia, todavía no estoy en buenos aires, hasta cuàndo estarás allí?

Sonia Betancort dijo...

gracias rafa por ese bello emntarioq ue siempre dice la totalidad. En cierta medida, en la persecución de lo insondable que no podemos decir, en esa totalidad, se arrulla el sentido de la poesía.
Lo del incendio, por otro lado, me duele en el cuerpo, es tristísimo. garcias por acompañar ese duelo.