02 septiembre, 2007

Barcos encallados en la arena del puerto de San Clemente del Tuyú



Costa
a la que no pudieron volver
y de la que no pudieron marcharse.
Abandono
son unos ojos varados
como playas varadas
como barcos
que hincaron el diente
en la cornisa del sol.
Puerto desangelado,
ahumado en su basural.
Perros confundidos con el médano.
Medallones de cal para el abrazo.
Estuario que sirve de ungüento
al atardecer de mil vacas rojizas
amontonadas contra el horizonte.
Hombres varias veces nacidos en su laberinto,
vienen y van al mar con sus carretas invisibles,
abren un camino de sangre azul,
costura por la que el agua
resuelve el engranaje del mar.
Y sin embargo a esa costa no pueden volver.
Y de esa costa no pueden marcharse


San Clemente del Tuyú, 2007.

12 comentarios:

pedro patzer dijo...

Viajera metafísica,las gargantas de los hondos pescadores, expiran tu poema cada vez que respiran el tufo de la baja mar - río, cada vez que las sirenas bostezan niebla al anochecer

Anónimo dijo...

Solo los poetas fundan nuevos puertos sobre aquellos que languidecen.
Los hombres nos limitamos a no poder volver ni marcharnos.
Precioso, como siempre.
Gracias, Sonia.

makkkafu dijo...

Hay algo nostágico en el abandono, en lugares que un día fueron ocupados por las personas y sus cosas y que el tiempo se ha encargado de cubrir con una fina capa de polvo y herrumbre.

Hay fotógrafos que gustan de sacar fotos a escuelas, garajes, iglesias, casas, cementerios etc. abandonados; escritores y/o poetas que escriben sobre la nostalgia de un pasado irreversible.

En el caso de los barcos es más notorio el paso del tiempo, la salitre y el viento se encargan de herir, sin tregua, las hermosas panzas de los buques, y en su abandono van soltando, de a poco, todos sus líquidos de fuel y aceites, hasta sucumbir como esqueletos en la arena, toda su mansedumbre de abandono.

C.A. Makkkafu.

makkkafu dijo...

Por cierto ... el poema me gustó, me hizo pensar lo que en el anterior comentario te puse.

Un besote.

C.A. Makkkafu.

Fernando dijo...

se nota que eres deuna isla..eso seguro que te hace sentir estas cosas de una manera diferente...saludos.

Sonia Betancort dijo...

Qué bonitos comentarios, makkafu. Gracias. Gracias Rafa, como siempre ahí. Pedro amor amaré gracias.gracias fernando nerudiano. Un abrazo a todos

Gubia dijo...

El mar está presente en nuestras vidas. Un abrazo.

Dylan Forrester dijo...

El vaivén de las olas del mar también son como nuestro interior, una orilla o costa en constante roce con la eternidad...

Saludos...

Almatina dijo...

Me recuerda al mar,
al puerto,
a la Isla de la Palma
donde nacio mi madre,
donde hacia collares con la piedra de sal y las flores del almendro
donde veia el atardecer comiendose un aguacate con limon y sal,
a cucharadas.
¡Y siempre le sabia a poco!
Felicidades por el aire a mar de tus palabras.

La Gata Insomne dijo...

es tan cierto lo que dices, y tan universal
vivo en una isla,y puedo dar fe

Anónimo dijo...

Cuando leí por primera vez este poema aún no conocía la canción NIEBLA DEL RIACHUELO.
"Turbio fondeadero donde van a recalar,
barcos que en el pueto para siempre han de quedar..."
Hay una versión cantada por EL CIGALA con BEBO VALDÉS al piano que te recomiendo.
BEsos, Sonia.

Anónimo dijo...

Dulce poema leído en estival tarde cantábrica, entre rendijas de persiana y el viento silbando en la bahía. Y sí, mi alma está varada pero las bellas letras le abren el horizonte y alumbran el disco de Febo en su techo de nubes. Gracias por ser el viento que infla las velas; gracias por haberte hecho mar y ala de gaviota.