Aquel día en el ojo de un pez liviano
en un árbol de frutos a los que no se puede entrar
la línea del horizonte hacía gárgaras
se parían entonces los hijos por centenas
y su bautizo se esparcía sobre el lomo de un lagarto azul
debajo de las piedras de la noche respiraban dos cuerpos
adolescentes atraídos se miraban
vestidos de arcilla se buscaron e hicieron poner en pie
las aguas del manzano el metal en sus dos polos
un agosto brillante de insularidad
de ellos llegó pequeña e imperceptible la esperada
aquel día fue hermoso haber estado allí
haber asistido a esto que aquí se escribe
donde hombres y mujeres abiertos como nueces
se desvanecieron imantados contra su propia mitad
y los médicos barajaron distintas opciones
al cerco morado que bordeaba los ojos negros
- que no valían nada- de ese animalito que nacía
y la enfermera de parto propuso un escupitajo de leche reciente
y el viento desató una cigüeña vencida que abría la boca
y como en todo nacimiento la historia emprendió sus señales de refugio
y el padre dios del trueno corrió hacia la clínica con babas en el lacrimal
y la madre vaca sagrada amaneció distinta como si la hubieran lavado adentro
era allí que la que escribe este poema nacía
un bichito de incubadora
obligado a perseguir sin remedio
las palabras y el licor de los cuerpos con imán
La Palma, 1998. Buenos Aires, 2005.
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